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21 dic 2010

La liberación del Jefe Diego y las elecciones del 2011

“La ausencia reduce las pasiones pequeñas e intensifica las grandes, así como el viento apaga una vela y aviva el fuego”.
La Rochefoucauld


Se dice que la política no tiene palabra de honor, haciendo referencia a que muchos se sienten ya seguros en un puesto y por una razón u otra, se quedan sin el ansiado “hueso”.
Hasta la semana pasada, el hombre que se veía como el próximo presidente de México era Enrique Peña Nieto, candidato del PRI.
No se veía, hasta ese momento, una figura que pudiera competirle al actual gobernador del Estado de México, que ha hecho una “precampaña” muy eficaz, y se ha sabido colar en las preferencias del electorado mexicano.
El PRD sigue muy dañado en la imagen después de los bloqueos y berrinches de López Obrador, y se ve que va a ser difícil que el enfrentamiento entre Marcelo Ebrard y López Obrador para ser el candidato de una posible coalición de izquierda vaya a ayudarles a ganar más votos. Yo me atrevería a decir que si Ebrard se quedara con la candidatura, López Obrador se lanzaría también a la carrera presidencial con el PT; aunque ni siquiera se acercará a la cantidad de votantes del 2006.
Hasta ayer, el PAN no ofrecía una figura con la fuerza para pelear en las elecciones presidenciales. El PAN sufre una crisis de liderazgo como nunca antes. Se les acabaron las figuras carismáticas. Un factor; sin embargo, ha cambiado. Ahora que Fernández de Ceballos fue “liberado”, automáticamente se convierte en el candidato presidencial que el PAN tanto añora en este momento.
El panorama político del país ha cambiado. Los asesores de Peña Nieto seguramente recuerdan que López Obrador, hace seis años, se veía a sí mismo en la silla presidencial y hasta hablaba de vivir en el Palacio de Gobierno en vez de los Pinos. La liberación del Jefe Diego sin duda ha arruinado la luna de miel del priista.
Un punto más para el Jefe Diego: La ausencia. Esta es la herramienta más útil para los políticos. El político que es muy visto se expone a que surjan celos, resentimientos e intrigas para mermar su imagen pública. Diego Fernández de Ceballos fue perdiendo el respeto del que gozó en otros tiempos. Cuando un político es muy visto, cuando se habla mucho de él, se va degradando su valor. El político que desaparece en el momento oportuno va generando respeto y estima. El público en general tiende a olvidar los pecados de las personas públicas con el paso del tiempo.
 Pensemos en un ejemplo regional: Alán García, en el Perú, donde su primera gestión de gobierno se caracterizó por la peor crisis económica en la historia del país con una insólita hiperinflación, un recrudecimiento de los embates del terrorismo liderado por Sendero Luminoso, y por diversos actos de corrupción que involucraban a gente del régimen que repercutió en un gran descontento social. Las diversas acusaciones provocaron que en 1991 fuera retirado temporalmente del Senado para llevarle a cabo una investigación. Producida la crisis constitucional de 1992, escapó hacia Colombia y Francia aduciendo una persecución política hacia su persona por parte del régimen de Alberto Fujimori.
 Nadie pensaría en ese momento que en el 2006 García ganaría las elecciones presidenciales de nuevo. La ausencia de la escena pública fue un factor decisivo en este triunfo electoral. Dicho sea de paso, la historia ha vuelto a repetirse: corrupción y crisis han acompañado su segundo período igual que en el primero.
 Cosa curiosa: Cuando Peña Nieto se casó con Angélica Rivera, perdió el voto de simpatía que tenía por el hecho de su viudez, que ahora Diego Fernández de Ceballos tendría, ya que, a los ojos del votante, él ha sufrido la delincuencia y violencia que gran parte del país está sufriendo. Una víctima de secuestro, político hábil y prácticamente invencible en los debates, el Jefe Diego de la noche a la mañana es un serio aspirante a la presidencia.
 Lo que el jefe Diego tiene en contra: Enrique Peña Nieto es mucho más atractivo y joven a las cámaras y el voto femenino definitivamente no estaría con él, al igual que el voto de los jóvenes que encontraría más fácil identificarse con el priista que con el casi septuagenario panista.
 Por supuesto, dentro de todas las conjeturas que pueden hacerse, está la teoría de que este secuestro haya sido falso y cuidadosamente orquestado para fines electorales; aunque hasta ahora no hay ninguna evidencia que apunte en esa dirección. No obstante, una mirada en la red para ver como la imaginación popular, tan dada a las teorías de conspiración, ha encontrado en esta teoría un inacabable caudal de comentarios en este sentido.
 Por supuesto, hasta ahora ni siquiera se ha mencionado la candidatura de Diego Fernández; pero no cabe duda que muchos panistas verían con buenos ojos un candidato con la fuerza del veterano político. La propaganda y la mercadotecnia tienen ahora la palabra.

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