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15 jul 2011

Un país con mal servicio

Mi principal actividad consiste en dar cursos y conferencias. Lo hago desde hace más de 20 años y esto me ha llevado a recorrer casi todo el país e incluso ir al extranjero con cierta regularidad. He volado con más de 15 diferentes aerolíneas y pensé que ya había visto todo referente a las aerolíneas. Me equivoqué.

El pasado 23 de mayo tomé el vuelo de Vivaaerobus a Monterrey, para de ahí ir a Monclova en camión a dar un curso de tres días. Desgraciadamente, me vi obligado a documentar mi equipaje, debido a mi crema de rasurar, que violaba los límites permitidos de seguridad. Más me hubiera valido dejar la mentada crema.

Al llegar a la fila de documentación, me tranquilicé al ver que la fila no era mayor a 20 personas, por lo que calculé salir de ahí en máximo 15 minutos, que es lo que normalmente tardan las otras aerolíneas. Error craso. Después de una hora de estar casi estacionado, me di cuenta que de los 10 posibles empleados que pudiera haber, sólo había tres. Una de ellas estaba haciendo no sé qué, lo que dejaba a sólo dos personas para atender. Ahí empezó mi calvario. Me di cuenta que su lema: “La aerolínea de bajo costo en México” debería ser completado con “La aerolínea de bajo servicio y costo en México”. Malas caras, peores tratos.

Al llegar a Monterrey vi con angustia que todas las maletas pasaban por la banda, con excepción de la mía. Al cabo de esperar 30 minutos, el encargado me dijo que debía llenarle una forma y que ellos me harían llegar a mi hotel la maleta: “Me comunicaré con usted en la noche para informarle, señor”, me dijo el encargado.

Pasó el 23, 24, 25… regresé a Ciudad de México, el 27 por fin recibí una llamada; pero falsa alarma, la maleta encontrada no era mía.

Hoy, 8 de julio, no sé nada de mi maleta. Tengo un teléfono de Monterrey al que se supone debo llamar, hoy para pedir la indemnización de mis pertenencias; pero jamás he podido comunicarme. ¿He recibido una disculpa?, ¿acaso la gente de la aerolínea siente pena por causarme tantos inconvenientes?, ¿usted cree que les importa siquiera?

Pronto pondré una demanda a estos rufianes; pero esta situación me ha hecho reflexionar que semejante situación vivimos en la política. Nuestros supuestos representantes están acostumbrados a no darnos satisfacción. Prometen mil cosas en campaña, que al final sólo quedaron en eso.

Fidel Herrera, el ex gobernador priista de Veracruz prometió 400 puentes a los Veracruzanos. Para hacer honor a la verdad, cumplió. Hizo los 400 puentes. Aquel que maneja por la carretera Veracruz-Córdoba le extrañará ver el curioso espectáculo de ver puentes que van paralelos a la carretera, sin conectar a ningún lado, otros cruzan la carretera; pero sólo eso… un puente que no conecta con otro camino… con nada; pero el hombre dijo orgulloso que él, había cumplido sus compromisos. No sólo gastó inútilmente el dinero de los veracruzanos en obras que no benefician a nadie, sino que los exhibe como monumento a la estupidez, corrupción e irresponsabilidad.

El famoso segundo piso de López Obrador sigue siendo un misterio de las finanzas, porque aún nadie sabe cuánto se gastó en su construcción. El supuesto “amigo de los pobres” simplemente se negó a entregar cuentas.

Nuestro actual presidente también tiene unas manchas importantes… el presidente del empleo, no llegó nunca a la cita con el país.

Democracia no es sólo ir a votar, es exigirle a los votados que cumplan con lo prometido, es pedirle cuentas a los presidentes, gobernadores, diputados y senadores. Su sueldo sale directamente de nuestros bolsillos y muchos de ellos sólo van a calentar la silla.

La frase “Tenemos los gobernantes que merecemos” es dolorosa; pero cierta. Mientras que México tenga millones de ciudadanos que no cumplen con sus obligaciones y exijan sus derechos, seguiremos teniendo un país con mal servicio, no sólo en uno, sino en todos los ámbitos de la vida nacional.

26 feb 2011

La revuelta que puede cambiar el panorama mundial

“El mayor peligro de los gobiernos es gobernar demasiado.”
Conde De Mirabeau


Todo empezó en Tunez. En diciembre, Mohamed Bouazizi un joven profesionista tunecino que vendía frutas en la calle fue golpeado en la cara por un policía municipal que le confisco su mercancía. El joven de 26 años fue a quejarse y amenazó con inmolarse... y cumplió su palabra.

Nadie imaginó que ese sería el detonante de una serie de manifestaciones que terminó con un gobierno de 23 años. Nadie imaginó que esa sólo sería la primera ficha de un efecto dominó que ahora afecta a gran parte del mundo árabe y que si bien puede ser el principio de una serie de gobiernos más igualitarios y democráticos, también puede ser el inicio de algo que puede terminar no tan bien como muchos vaticinan.

El caso de Egipto podría ser gracioso, sino fuera tan trágico. Cuando Mubarak accedió al poder, tras el asesinato del presidente Anuar el-Sadat el 6 de octubre de 1981, se describió a sí mismo como “un auténtico defensor de la Democracia”, aseguró no tener intención de monopolizar las decisiones e, incluso, criticó los mandatos presidenciales ilimitados estipulados en la Constitución, asegurando que modificaría la ley para limitarlos a dos. Este año, a sus 82 años, acumuló seis mandatos y 30 años como presidente.

Los egipcios se hartaron u olvidaron el tono conciliador y dialogante que adoptó el presidente en sus primeros años de gobierno, con “su” Democracia, sus medidas para mantener las subvenciones a los productos de primera necesidad suprimidos por Sadat, su política de acercamiento a los países árabes y los acuerdos, al mismo tiempo, con Estados Unidos (de quien recibía dos mil millones de dólares al año) y, sobre todo, con su campaña contra la corrupción que en los últimos años de la década de los 70 había favorecido el enriquecimiento de los negocios locales y era la principal causa de desprestigio del régimen entre la opinión pública.

Pero el problema de Egipto es común en los países del Medio Oriente. Por eso este hecho es tan importante... y peligroso.

Hoy, hay revueltas en Bahréin, Argelia, Libia, Jordania, Irán y Yemen. El efecto dominó ha hecho que todos los dirigentes árabes empiecen a tomar medidas para prevenir que la marea de revueltas termine tirándolos del poder.

Personalmente, me gustaría compartir el optimismo con el que muchos analistas toman la situación al sur del Mediterráneo: La llegada de la democracia y el fin de los regímenes autoritarios del Medio Oriente. A fin de cuentas, una multitud fervorosa en la calle resulta siempre algo exaltador para la estética humana. Pero, en sí misma, no dice nada, salvo el placer de estar juntos frente al común enemigo. Más aún, incluso cuando esas multitudes se sueldan en torno al rechazo de un tirano, nada garantiza que no acaben por traer un tirano peor.

Recordemos el derrocamiento del Shah de Irán en 1979. En esos años Irán tenía una sociedad igualitaria y occidentalizada. El movimiento fue iniciado por lo mejor de la juventud teheraní; pero al final, tras ese tirano, vino otro mil veces peor, mil veces más mortífero: la República Islámica del Ayatolah Jomeini. Y que fue esa República de clérigos la que acabó muy pronto ejecutando a la vanguardia del motín estudiantil del 79.

Omar Suleiman es la clave del laberinto egipcio. Jefe de los poderosísimos servicios de inteligencia militar, el General Suleiman es hoy quien de verdad gobierna. Seguramente, Suleiman atisba lo que vendrá luego de una derrota épica de esa dictadura militar de medio siglo: la república de los Hermanos Musulmanes. No hay otra fuerza institucional que pueda capitalizar la justa rabia de los jóvenes: ejército o mullahs. Si los Hermanos vencen, Egipto romperá su tratado de paz con Israel. Y estallará la tempestad en el Cercano Oriente.

La actual revolución árabe no tiene nada que ver con el islamismo. Es una revuelta de jóvenes humillados que buscan recuperar el orgullo perdido de los árabes. Pero si fracasa, si degenera en caos o vacío de poder, si una nueva generación de sátrapas más o menos uniformados sustituye a la anterior, que no nos quepa duda: el islamismo se extenderá desde Marruecos a Afganistán

20 feb 2011

Imagínate despertar y ser mexicano


Imagínate despertar y ser mexicano y sentirte orgulloso por el sólo hecho de serlo.
Saber que vives en un país en donde la gente puede ser tu amiga desde el primer día.
Imagínate un país en donde la gente se une para ayudar al desamparado, sin importar si es nacional o extranjero.
Imagínate un lugar en donde puedes encontrar de todo, sembrar de todo, comer de todo, tanto en invierno como en verano.
Imagínate vivir en un lugar donde la movilidad social (hacia arriba) todavía es posible con trabajo y esfuerzo.
Imagínate vivir en un lugar en el cual no porque se vaya a luz o no haya policías alrededor va a haber vandalismo.
Imagínate vivir en un lugar en donde, a pesar de las carencias, también puedes encontrar las más elevadas manifestaciones del ser humano.
Imagínate un lugar que tiene casi todos los ecosistemas, con una riqueza de fauna y flora que pocos países pueden presumir.
Imagínate que vives en un país con las ciudades coloniales más bellas, las playas más encantadoras, los paisajes naturales más impactantes.
Imagínate que tienes una herencia cultural tan rica, mezcla de lo indígena y lo español, que hace que tengas una gastronomía tan variada que sea la tercera a nivel mundial; que la artesanía sea tan única, que sea codiciada internacionalmente, alcanzando precios estratosféricos; que la herencia musical sea de lo más variado y rico en el planeta.
Imagínate vivir en un país en donde una enorme cantidad de jubilados de Europa, Canadá o Estados Unidos lo escogen para vivir en paz los últimos años de sus vidas.
Ahora imagínate que en televisión cuatro incultos, insensibles y necios te estereotipan como un vago, dormido debajo de un nopal en medio del desierto.
¿Qué harías?
La labor de publicidad gubernamental en el extranjero no es suficiente para revertir los efectos de la filmografía norteamericana o las caricaturas que dan la vuelta al globo.
Que sigan pensando que México es un episodio de Speedy González duele; pero todos podemos poner un grano de arena. En todos nosotros, ya sea ciudadanos, medios de comunicación, instituciones... nos queda la tarea de revelarle al mundo este México del siglo XXI, lleno de contrastes; pero también lleno de personas que trabajamos para que este país sea cada día mejor.

9 feb 2011

Carmen Aristegui y la libertad de expresión

“La libertad de prensa, lo mismo que todas las libertades, tendrá sus inconvenientes, tendrá sus peligros; pero con todos ellos es preferible a la tranquila placidez del despotismo.
José María Vigil


En el ya lejano año de 1989 me inicié en la labor de escribir en prensa. Poco tiempo después, fui miembro de la Asociación de Periodistas y Columnistas de México. Ahí conocí periodistas de la vieja guardia. Aquellos que en tiempos de Echeverría la pasaban mal, cuando no aceptaban el soborno. Amenazas de muerte, golpizas e inclusive asesinatos eran cosa de todos los días. Joven, como era, pensaba de una manera romántica el hecho de no dejarse presionar por nadie y aceptar estoicamente el destino. Pero nunca me pasó nada.

A principios de los 90 fui corresponsal en Europa de un par de medios, aprovechando mi estancia por estudios en el Viejo Continente, lo que me alejó de las críticas nacionales por un tiempo.

En tiempos de Ernesto Zedillo me volví un duro crítico del gobierno, sobre todo en sus dos primeros azarosos años. Como titular de la columna de Economía y Finanzas de un periódico, me di cuenta que cada vez que mis comentarios no eran favorables al gobierno, recibía una llamada de presidencia, con el pretexto de “actualizar su agenda”. A veces actualizaban esa agenda dos o tres veces por semana; pero no pasó de ahí.

En ese entonces, platiqué con el director de un periódico de circulación nacional sobre la libertad de expresión. Mi argumento era que el gobierno de ese entonces realmente ejercía la libertad de expresión, ya que permitía críticas bastante fuertes. Lo que me dijo me dejó boquiabierto.

--Mira, –me dijo—Se calcula que en este país aproximadamente el 15% de la población lee el periódico. Dentro de ese grupo, el 98% lo compra, en orden de importancia, por los anuncios clasificados, deportes, sociales, nota roja, suplementos. Sólo el 2% lee las editoriales y Gobernación sabe que ese 2% que lee las críticas que puedan venir en esas editoriales, ya lo sabe o lo sospecha. Si ellos ven que se publican las críticas, tiene el efecto positivo de la percepción de que el Gobierno deja que los medios se expresen libremente. Sin embargo, si el gobierno no le gusta lo que publicamos, simplemente cancela la publicidad de empresas estatales o paraestatales. Ningún medio escrito en este país, sea revista o periódico, vive de sus ventas. Todos viven de la publicidad.

El caso del radio, y en mayor medida la televisión, es muy distinto, porque llega a muchas más personas.

Todo se originó el 4 de febrero, cuando Carmen Aristegui quiso que al público se le aclarara si era cierto que el presidente Calderón tenía problemas de alcoholismo, como el cartel que el PRD expuso en la Cámara exponía. Poco después, Aristegui fue salía de MVS, supuestamente por violar el código de ética de la empresa

Presidencia de la República no hizo declaración alguna. Sólo exigió que la periodista se disculpara en público. Lo que realmente ocurrió sólo lo sabe Joaquín Vargas, dueño de MVS. Lo que nos queda a la sociedad en general es exigir una respuesta.

Una de las condiciones ineludibles para una sociedad democrática es la libertad de expresión. La responsabilidad de un servidor público es responder a todas las interrogantes de la sociedad, es la transparencia de sus actividades. Un hecho que no debió haber tenido ninguna importancia se convirtió en escándalo nacional. Con un comunicado por parte de presidencia de la República se hubiera acabado el asunto. El hecho de haber exigido una disculpa pública levanta sospechas y nos hace pensar que la tan llamada libertad de prensa es sólo una pantalla que está a disposición de Los grandes consorcios televisivos y los gobernantes.

No podemos hablar de libertad de expresión mientras que no haya puerta abierta a todo aquel que quiera invertir en cualquier en medios de comunicación, mientras sigamos funcionando en base a “concesiones”, mientras que se exijan disculpas a periodistas, sólo porque no les gustó tal o cual declaración, tal o cual pregunta. Como ciudadanos, tenemos el derecho a preguntar lo que sea, aunque no le guste al gobernante.

Esta relación “incestuosa” entre gobierno y ciertos medios de comunicación sólo daña a la sociedad en su conjunto. Sólo nos hace vivir en una democracia de a “mentiritas”.

Puedes decir lo que quieras, mientras que digas lo que me conviene, mientras que sirvas a mis intereses, mientras no te salgas del huacal... pareciera que todo ha cambiado, para que todo siga igual.

16 ene 2011

Cuba... a la mexicana

La relación entre Fidel Castro y el Gobierno mexicano ha sido siempre muy estrecha… quizá demasiado; aunque la mayoría de los mexicanos lo ignoren. La relación va más allá de la simple hermandad latinoamericana y es interesante hacer un recuento de los aspectos más importantes de la Relación México-Cuba.

El sexenio de Ruiz Cortines (1952-1958) ya pudo darse el lujo de arropar en México a Fidel Castro Ruz y de permitirle que zarpara con armas para promover una revolución en Cuba, país con el cual México mantenía relaciones.

El 26 de junio de 1956 la Dirección Federal de Seguridad dio a conocer, a través de toda la prensa nacional, que se había descubierto un grupo guerrillero cubano, encabezado por Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara. Excélsior dio la nota a ocho columnas: “desbarata México la Revuelta contra Cuba y apresa a 20 jefes. Todo el arsenal de los conjurados, recogido”.

La información especificaba que el grupo guerrillero, llamado “26 de julio”, tenía un campo de entrenamiento y un arsenal en el rancho Santa Rosa, en Chalco, a 35 kilómetros de la Ciudad de México. Ahí daba entrenamiento el ex coronel español Alberto Bayo, de filiación comunista. Tenían ametralladoras, granadas de mano, gran cantidad de cartuchos, material explosivo y rifles 30-06, de los que usaba en ese entonces el Ejército mexicano.

En cuanto a los antecedentes de Castro Ruz, se supo que había participado en los sangrientos desórdenes provocados tiempo antes en Bogotá, durante la reunión de cancilleres, conocido como “el Bogotazo”. Respecto al “Che” Guevara, era un experto en organización de guerrillas y había actuado como adoctrinador marxista durante el régimen de Jacobo Arbenz, en Guatemala.

La guerrilla castrista disponía de varios domicilios en donde recibía correspondencia y recursos económicos que se enviaban desde el extranjero. El licenciado Ángel Carvajal, Secretario de Gobernación, declaró que se actuaría con estricto apego a la ley y que se aplicaría la ya tradicional política de absoluto respeto a la soberanía de Cuba, país con el cual México mantenía relaciones normales.

Cinco días después de la captura de los guerrilleros, la prensa daba por hecho que se les expulsaría del país. Pero oficialmente se suspendió la información sobre el particular y la noticia fue desapareciendo de la atención pública.

Bajo el velo de ese silencio (impuesto por orden presidencial), los guerrilleros detenidos quedaron en libertad, recuperaron su arsenal, prosiguieron su entrenamiento, y el 25 de noviembre del mismo año zarparon del puerto de Tuxpan en el yate “Granma”, con todos los implementos necesarios para iniciar en Cuba el derrocamiento del régimen de Batista y la instauración de una dictadura. El arsenal que tenían en su campamento de Chalco lo habían transportado tranquilamente a Tuxpan. El comandante Ávila –de la policía secreta mexicana) refirió años más tarde:

“Estuvimos perfectamente enterados de esos movimientos, pero no hubo órdenes superiores de interceptarlos”.

Cuando Echeverría asumió la presidencia (diciembre de 1970) la dictadura de Fidel Castro estaba en vísperas de cumplir 12 años. Por segunda vez había prohibido celebrar la Navidad en Cuba, alegando que era una tradición ajena al pueblo cubano. “Constituye –dijo—un fenómeno subjetivo que nos trajeron de Europa. Nosotros estamos en el trópico y éste es un país cañero, y la caña se cosecha en invierno. Los meses óptimos de trabajo son de noviembre a mayo y no nos conviene interrumpirlos”.

También prohibió Castro que en enero se hablara de los Santos Reyes y del niño Jesús, por lo menos en celebraciones públicas. La tradicional fiesta infantil fue sustituida por “el día de Juan Calabazas”, personaje autóctono que se encargaría de obsequiar juguetes a los niños.

Por esa misma época Salvador Allende estaba instalando en Chile un régimen marxista con la frase: “peor que el comunismo es el anticomunismo”.

Fue significativo que el presidente Echeverría formara un triángulo con Castro y Allende. No tardó en viajar a Santiago de Chile para estrechar lazos de amistad, que luego significaron una subvención de aceite comestible, petróleo y otros artículos que, en cantidad jamás revelada, oficialmente se le estuvo regalando al régimen allendista.

Respecto a Cuba, se multiplicaba el número de funcionarios mexicanos que iban a rendirle pleitesía a Castro, y de funcionarios cubanos que venían a solicitar ayuda, que siempre se les concedía. A espaldas de la opinión pública mexicana, e incluso del congreso, se le estuvieron haciendo obsequios al régimen castrista cuyo valor es un secreto de Estado.

Un obsequio que no se pudo ocultar fue la construcción del majestuoso edificio de la embajada cubana, cerca de Chapultepec, en terrenos del Conservatorio de Música, por valor de centenas de millones de pesos de aquel entonces, que Echeverría regaló como si fuera dueño de los bienes de la nación.
Muy diferente trato se le daba en esa misma época a España que se le motejaba de ser una dictadura. Cuando los tribunales españoles condenaron a muerte a cinco terroristas dinamiteros, el régimen de Echeverría protestó y cortó las comunicaciones telefónicas, cablegráficas y postales entre los mexicanos y los españoles. ¿Y los más de 25 mil cubanos ejecutados por Castro?... Esos no significaban nada.
A la caída de Allende, en septiembre de 1973, Echeverría rompió relaciones con Chile porque el nuevo régimen había conquistado el poder mediante las armas, pero nada igual se hacía con Castro Ruz.
Con López Portillo no cambio la situación hacia Cuba. En 1979, Cuba cumplía 20 años bajo la dictadura marxista. Era del dominio público que la isla tenía de 7 a 8 millones de habitantes; que el total de presos políticos ascendía a 55 mil; que habían sido fusilados o muertos por castigos en las prisiones más de 22 mil; que habían emigrado 772,217 habitantes; que 600 mil campesinos habían sido despojados de sus tierras; que dos millones 500 mil trabajadores habían sido privados de sus derechos sindicales; que 48 mil pequeños negocios habían quedado estatizados; que hasta 800 estacionamientos y talleres automotrices habían pasado a manos del régimen, etcétera.
Aún así, López Portillo trajo en mayo de 1979 a Fidel Castro a Cozumel, y en medio de grandes honores le dijo:
“Regresa usted con la dignidad ganada para el pueblo cubano... Es usted uno de los grandes de este siglo... Símbolo y leyenda de uno de los movimientos sociales más importantes... En la Revolución Cubana se ve gran parte de nuestra juventud; en ella tenemos que vernos nosotros mismos”.
Niños de las escuelas fueron acarreados para formarle valla al dictador, en tanto que la prensa recibía insinuaciones oficiales para alabarlo. Excélsior llamaba “comandante” a Fidel Castro, y en su página editorial decía Manuel Roberto Montenegro: “México sin duda tiene mucho que aprender de los cubanos revolucionarios, que han implantado y alimentado el socialismo con la más preclara conciencia de estar construyendo el futuro de las veinte repúblicas de iberoamérica. Esta enseñanza, Fidel Castro, la debemos asimilar”.
En abril de 1980 hubo una hendidura en el sistema del cautiverio castrista y en unos cuantos días huyeron más de cien mil cubanos, pero el gobierno de México acordó no conceder asilo ni a uno solo de ellos. Nuestro derecho de asilo se aplicaba sólo a los comunistas de cualquier parte del mundo.
Coincidiendo con este suceso, que conmovió a Iberoamérica, el Secretario de Relaciones Exteriores de México, Castañeda, anunció que se preparaba un viaje del presidente López Portillo a Cuba porque “las relaciones entre Cuba y México siempre se han caracterizado por el clima de cordialidad y hermandad”.
El viaje de López Portillo se efectuó el 1 de agosto de 1980. Al llegar a la Habana pronunció un discurso en el que dijo:
“Agraviar a Cuba es hacerlo a México... Nada soportaremos que se le haga a Cuba, porque sentiríamos que se nos hace a nosotros mismos... Así lo hemos demostrado, así lo seguiremos diciendo y haciendo un ejercicio de congruencia histórica que nos amarra profundamente a esta patria americana, de la que Cuba y México deben ser voz, apoyo, proyección y compromiso... Yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre... y, comandante, la dignidad plena de los cubanos fue rescatada por su Revolución”.
Sobre el apoyo oficial de los diferentes gobiernos de México a la dictadura de Castro ha multitud de evidencias. Una de tantas fue la reunión del 9 de noviembre de 1982 efectuada en la embajada de Cuba en México, a la que asistieron el presidente López Portillo, el ex presidente Luis Echeverría y el presidente electo Miguel de la Madrid. Durante esa reunión el señor Carlos Rafael Rodríguez –nombrado por Castro Vicepresidente de Cuba—refirió que Castro “recuerda su llegada a México, en la década de los 50s, como a un lugar que nos pertenecía a todos los hombres progresistas, democráticos y revolucionarios… Vinimos a México como a nuestra casa común, como nuestra propia patria, y aquí trabajamos, nos organizamos y desde México regresamos para iniciar una etapa del proceso revolucionario”.
Ya con De la Madrid como presidente, el rumbo no cambió mucho con respecto a Cuba. A sabiendas que no pagarían, el gobierno hizo numerosos empréstitos a Castro y le dio petróleo a “precios preferenciales”, que tampoco pagaron.
Siguieron “envíos de víveres” a Nicaragua, Salvador y Cuba durante todo el periodo de De la Madrid; por supuesto, regalados. ¿Con qué cara Miguel de la Madrid y sus antecesores prestaban dinero y regalaba víveres cuándo en México existen zonas en franca miseria?
A partir del régimen de Salinas esa ayuda se fue reduciendo gradualmente a pesar de las presiones de la vieja élite política priísta.
Con el triunfo de Fox la presión no cesó y pidieron que mantuviera vigente el apoyo a Castro y se abstuviera de condenar la ya universalmente conocida violación de los derechos humanos en Cuba.
En el 2002, con una invitación pagada a más de 100 congresistas mexicanos a Cuba, empezó la intervención de Castro en los asuntos internos de México para evitar que el gobierno apoyara la resolución de enviar un visitador de la ONU a la isla a verificar el estado de los derechos humanos en Cuba.
En una cumbre en Monterrey, el dictador le puso un “cuatro” a Fox. Mientras todos los presidentes, cumpliendo las más elementales normas diplomáticas, confirmaron su asistencia a Monterrey con suficiente antelación, Castro no lo hizo. Dos días antes, cuando la agenda estaba formada, le envió una nota al Presidente de México diciendo que asistiría.
El error de Fox fue aceptar la antidiplomática confirmación de última hora de Castro. Lo diplomáticamente correcto hubiera sido que a través de su canciller le hubiera dicho al dictador que, dado lo tardío de su confirmación, ya no podía incorporarse al programa; sin embargo, el gobierno trató de darle su lugar (que por supuesto no se merecía) y aceptaron su participación.
En abril de ese mismo año, México voto en Ginebra porque Cuba realizara avances en el respeto a las garantías individuales. El presidente Fox no cedió a sus chantajes. Como consecuencia, el dictador difundió una conversación telefónica con Fox “comes y te vas”, para vengarse de México por el voto en Ginebra a favor de los derechos humanos. La semilla del actual conflicto estaba sembrada...
En el 2004 se vuelve a repetir la historia. México vuelve a dar su voto en la ONU para que Fidel Castro respete los derechos humanos en la isla, y el dictador, acostumbrado a que cedan a sus caprichos el primero de mayo dio un discurso donde calificó directamente al gobierno mexicano de seguir los dictámenes de Bush y habló de la actual política exterior, descalificándola.
Sumado a eso, las declaraciones del canciller de Relaciones Exteriores en el caso Ahumada, las entrevistas de diplomáticos cubanos con el presidente del PRD, Leonel Godoy, obviamente para prestar apoyo para López Obrador, fueron motivos más que suficientes para desencadenar la crisis diplomática del 2004. Uruguay rompió relaciones con Cuba por insultos similares al presidente uruguayo. En México, sólo quedó en crisis diplomática.
Actualmente, la enfermedad de Castro y el hecho que su hermano Raúl haya asumido el mando, ha calmado las aguas en la relación diplomática; aunque ahora el aspirante a líder de la izquierda, Hugo Chávez se ha encargado de seguir poniendo a México en la lupa.
No hay duda que el presidente Felipe Calderón tendrá que andar con mucho cuidado, ya que los enemigos de México están esperando la oportunidad de hacer escándalo a la menor provocación, como lo vimos en la última cumbre en Davos.



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